sábado, 6 de junio de 2009

Sentirnos acompañados

La verdad es que desde que empezamos a plantearnos la idea de educar sin escuela supimos que sería una ventaja conocer a otras familias cercanas con filosofías de vida y estilos de crianza similares y con niños de edades próximas a los nuestros, para poder compartir las inquietudes del camino del unschooling y de la vida misma y para que nuestros pequeños crecieran sintiéndose "como otros", "normales"...
A raíz de estas reflexiones difundimos por doquir la idea de la educación sin escuela y el homeschoolig. Montamos varias quedadas y encuentros, organizamos un grupo de juego para familias homeschoolers de toda Ibiza y poco a poco, de la gran cantidad de gente que se interesaba (veintitantas familias) ... nos fuimos quedando un grupito más o menos constante con el que intentamos reunirnos como mínimo una vez por semana.
Para mi, lo más importante es que mi hija (y pronto mi niño también) encuentra un tiempo y espacio en el que interactúa (si quiere) con niños de edades variadas y que realizamos cosas juntos. Si de ello surgirá alguna amistad duradera o no... será su elección, pero por lo menos yo estoy relajada y tranquila porque las mamás y los papás hablamos mucho de qué esperamos de esas interacciones y encuentros y estamos por los niños. Además yo he encontrado un grupo de nuvos amigos estupendo.
No sólo me relaja saber que compartimos valores fundamentales, también estilos de crianza
y en general solemos enriquecernos con la variedad y de las reflexiones compartidas. No tengo que estar todo el tiempo en tensión por si alguien suelta algún comentario poco "educativo", se pone a fumar, come chuches o pega a sus hijos.
Por lo menos ese día no. Acordamos llevar comida vegetariana o por lo menos lo más natural posible y compartirla con todos después de dar gracias a la Tierra por esos alimentos y después de explicar cada uno lo que ha traído para compartir.
A modo de ejemplo de las reflexiones que nos ocupan: Cuando nuestras hijas deciden no compartir sus própios juguetes... ¿qué hacemos los padres(los de la dueña y los de la que desea el juguete ajeno)? ¿Intervenimos? ¿Las animamos a que compartan? ¿Respetamos el deseo de no compartir? ¿Respetamos la frustración de quien no consigue el objeto deseado?
Estas sencillas cosas del día a día, como el compartir, nos dan para muchas jornadas de reflexión y son, a mi juicio, asuntos de enorme importancia, pues sentarán las bases del desarrollo relacional, lo mismo que las herramientas de comunicación: ¿cómo pedimos las cosas? ¿Cómo nos dirigimos a nuestros hijos cuando estamos de buen humor? y sobretodo ¿Cómo nos expresamos cuando algo no nos gusta o nos enfada o incomoda? ¿Cómo me dirijo a los hijos de los demás?
Lo que yo haga con mis hijos será lo que recibirán nuestros amigos (los padres y los niños).
Por ejemplo: me encanta "escucharme" a través de la voz de mi hija cuando su amiga Inés se
pone a gritarle. La mía le sale con un discurso algo así: "No me gusta que me hablen así, Inés. Dime las cosas bien, así no me gusta. Tú me puedes decir..." y le suelta la frase que desea oir. Yo es que me parto de la risa. (Nota: mi niña tiene 4 años, Inés tiene 2 y medio y habla a media lengua, aunque ellas se entienden de maravilla). O se pone a negociar con unos argumentos que ya quisieran muchos abogados... hasta que consigue lo que desea.

Todos deseamos unas nuevas generaciones que superen las barreras relacionales que las actuales aún no hemos sido capaces de gestionar y que dan lugar a conflictos, guerras y sufrimiento. Por un mundo mejor... deseo que en el curriculum educativo de mis hijos, la gestión de emociones, conflictos y relaciones sea la principal asignatura. Por eso, entre otras razones... presto atención a todo lo que digo y hago con ellos y delante de ellos, porque para mi es muy importante (diría que incluso importa también lo que pienso, aunque no lo verbalice), por eso... Crecemos sin escuela.

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